24 octobre 2007

Réunions publiques, fêtes et autre...

Message par Félix Edmundovitch » 01 Août 2007, 21:26

:speech: Dans maintenant moins de 2 mois :hein: ce sera le 90ème anniversaire :beer: de la Révolution de 1917 :haphp: et il n'y a tous comptes faits que peu de choses de programmées publiquement pour l'instant pour ce qui est de la France<_< Dans l'attente des initiatives de portées nationales :orchestre:qui auront sûrement lieu, que comptez-vous faire dans vos villes pour fêter dignement cet anniversaire ? :boxing:
Félix Edmundovitch
 
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Message par Gaby » 01 Août 2007, 21:43

(Félix Edmundovitch @ mercredi 1 août 2007 à 22:26 a écrit : Dans maintenant moins de 2 mois

Un peu plus, non ?
En tout cas pour ne pas parler que de la prise du palais d'hiver, on a déjà manqué tout un tas d'évènements de l'année révolutionnaire.

[center]user posted image[/center]Manifestation de rue, Petrograd, 18 Juin 1917. Sur la bannière, "A bas, les 10 Ministres Capitalistes/ Le Pouvoir au Travailleurs Soviets', Soldat', Et Paysans' Députés/ Et aux Ministres Socialistes/ [Nous demandons que Nicolas II soit transféré A la Forteresse Pierre-Paul."

[center]user posted image[/center]Petrograd, 4 Juillet 1917. Manifestation de rue sur le Prospect de Nevsky juste après que les troupes du Gouvernement Provisoire ouvrirent le feu avec des armes automatiques.
Gaby
 
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Message par Félix Edmundovitch » 01 Août 2007, 21:54

:smile: sympas tes photos...
Félix Edmundovitch
 
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Message par Félix Edmundovitch » 05 Août 2007, 22:18

enfin bref... 90 ans ça se fête ! :orchestr:
Félix Edmundovitch
 
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Message par jeug » 11 Août 2007, 10:37

Moi, j'ai bien une idée pour fêter ça ... !
jeug
 
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Message par zeanticpe » 12 Août 2007, 04:37

(Félix Edmundovitch @ mercredi 1 août 2007 à 21:54 a écrit : :smile: sympas tes photos...

oui sympa. Y en a plus?
Ce serait sympa de mettre plein de photos avec les commentaires pour fêter ca. :smile:
zeanticpe
 
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Message par Félix Edmundovitch » 13 Août 2007, 22:54

Zeanticipe a raison : resortir les photos de 17, c'est sympa... =D>
En attendant 1 super brochure sur Octobre 1917, un super meeting national LO au Zénith 1917-2007, un numéro spécial du journal, un meeting LO-LCR sur 90ème anniversaire de 1917, le combat communiste aujourd'hui, euh... d'autres idées ? :smile: :wub:
Félix Edmundovitch
 
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Message par Félix Edmundovitch » 19 Août 2007, 10:46

8) Pour info, voilà ce que publient cette semaine nos cousins du Partido Obrero (d'Argentine) cette semaine. Un dossier de deux articles sur l'anniversaire de la Révolution d'Octobre :smile:

Noventa Aniversario de la Revolución de Octubre
“Un capitalismo de Estado del tipo nuestro”

“El capitalismo de Estado, según toda la bibliografía sobre el tema, se refiere al que existe bajo el régimen capitalista, donde unas u otras empresas privadas se encuentran subordinadas de modo directo al poder estatal. Pero nuestro Estado es proletario, se apoya en el proletariado, da a éste todas las ventajas políticas, y a través de él atrae a los campesinos... Por eso el capitalismo de Estado desorienta a mucha gente. Para que esto no ocurra hay que recordar lo fundamental: que no hay teoría ni trabajo sobre economía que analice un capitalismo de Estado del tipo nuestro, por la sencilla razón de que todas las nociones comunes relacionadas con estas palabras se refieren al poder burgués en la sociedad capitalista. Nuestra sociedad, que salió de las vías capitalistas, pero no tomó aún las nuevas, es un Estado dirigido, no por la burguesía, sino por el proletariado. No queremos comprender que cuando decimos ‘Estado’ somos nosotros mismos, el proletariado, la vanguardia de la clase obrera. Somos capaces de restringir este capitalismo de Estado, de fijarle límites: ese tipo de capitalismo está relacionado con el Estado, y el Estado son los obreros, la parte más avanzada de ellos, la vanguardia, nosotros mismos. Debemos colocar dentro de determinado marco -aún hoy no sabemos hacerlo- este capitalismo de Estado. He aquí lo esencial. Y de nosotros depende la forma que tomará. Nuestro poder político es suficiente... pero la capacidad de esa vanguardia de la clase obrera, llamada a administrar de manera directa, a determinar, a fijar los límites, subordinar y no ser subordinada, es insuficiente. Para eso hace falta capacitación, cosa que no tenemos..."

Vladimir Lenin, Informe Político del Comité Central del PC, 27 de marzo de 1922.


Noventa Aniversario de la Revolución de Octubre
“El Estado obrero es una abstracción” (Lenin)
SOBRE “EL ESTADO Y LA REVOLUCIÓN” (TERCERO Y FINAL)

Lenin no concluyó con el plan previsto para la redacción de su trabajo El Estado y la Revolución, entre julio y septiembre de 1917. No pudo escribir el capítulo proyectado para el análisis de la experiencia de los soviets en Rusia. Tampoco se propuso considerar las características del aparato estatal en la eventualidad del aislamiento de una revolución obrera en un solo país. Se puede decir que lo consideraba, como todos sus compañeros, una alternativa inviable. Pero sucedió. Y Lenin buscó dar cuenta de la nueva realidad. Nunca pudo dar forma a un trabajo integral en la materia, corrigiendo incluso sus expectativas originales en El Estado y la Revolución . Pero en numerosas oportunidades dejó constancia de sus reflexiones respecto de la imprevista situación creada.

Luego de Octubre, Lenin se vio obligado a volver sobre las condiciones de “extinción” del Estado, cuyo examen había retomado a partir de alguno de los últimos escritos de Marx. En El Estado y la Revolución trató, de un modo general, las condiciones ideales de un hipotético Estado obrero que emergiera sobre la base del mayor desarrollo de las fuerzas productivas alcanzado por la civilización capitalista. Con posterioridad a la revolución no pudo, sin embargo, dejar de precisar las modificaciones que imponía el curso concreto de los acontecimientos. Bien concreto: ¿podía el Estado que emergió de Octubre ser caracterizado sin más como un Estado obrero?

“Me equivoqué”

Es precisamente en respuesta al último interrogante que Lenin formuló la afirmación que titula este mismo artículo, imponiendo un cambio en el análisis del problema. Lo hizo con plena conciencia de que se trataba de corregir un error. Es lo que señaló de un modo explícito en enero de 1921, al referirse a un discurso suyo, pronunciado algunos días antes. Textualmente: “Yo declaré que nuestro Estado no es un Estado obrero, sino un Estado de obreros y campesinos... Al leer el informe de la discusión, me doy cuenta de que estaba equivocado... Debería haber dicho: el Estado obrero es una abstracción. El nuestro es un Estado obrero con las características siguientes: l) la población campesina predomina sobre la obrera, y 2) es un Estado obrero con deformaciones burocráticas” 1 . Cuando Trotsky reprodujo esta cita en una polémica del año 1940, agregó: “a Lenin le importaba tanto la definición sociológica precisa del Estado que estimó necesario autocorregirse” 2 .

Lenin percibió de un modo muy agudo, desde el principio mismo de la revolución, las terribles dificultades que planteaba el enorme atraso económico y social. Desde 1918 polemizó contra los que en su propio partido pretendían orientarse con las fórmulas genéricas sobre una transición del socialismo a una etapa superior, el comunismo.

Lenin consideró imprescindible partir del reconocimiento de que la URSS ni siquiera se encontraba en una fase de transición del capitalismo al socialismo, sino en una etapa anterior: un capitalismo más primitivo, asentado en la pequeña propiedad. Estaba lejos de los logros del capitalismo concentrado, de grandes escalas de producción y de sus métodos de gestión y control. Por eso Lenin consideraba que un “capitalismo de Estado” representaría un paso adelante en relación al panorama económico de la pequeña propiedad que se extendía incluso como consecuencia de la victoria del levantamiento campesino. Este atraso se acentuó luego de la destrucción industrial que provocó la guerra civil.

La “base económica” condicionaba las formas concretas que adoptaba el Estado. Lenin consideraba a las “deformaciones burocráticas” del Estado obrero como una derivación inevitable de este predominio de la pequeña producción y de la pequeña propiedad.

Lenin polemizaba una y otra vez contra quienes no entendían la necesidad de la lucha contra el elemento pequeño-burgués por medio de lo que llamaba una especie particular de “capitalismo de Estado” en el Estado obrero. Una batalla que los bolcheviques estaban obligados a librar para avanzar en el terreno de la transición a un... Estado obrero, no abstracto sino concreto, para usar las palabras del propio Lenin. Es decir, un Estado que pudiera ir más allá de la imprescindible alianza con los campesinos, para que predominaran los obreros, los constructores de una economía de la gran producción, y no los burócratas, condenados a reproducir la miseria de la pequeña propiedad. Por eso (aunque en un sentido muy especial) Lenin hablaba del “capitalismo de Estado”. Es decir, se trataba entonces de sentar las bases del edificio económico y político que permitiera avanzar hacia el socialismo... y la “extinción” del Estado. Todo esto condicionado, en misma instancia, a la extensión de la revolución mundial.

Capitalismo de Estado (y Estado obrero)

La política desarrollada fue objeto de controversias cambiantes y permanentes entre los bolcheviques desde el momento mismo de la toma del poder. Desde el mismo instante en que el gobierno obrero y campesino, obligado por las impostergables tareas de reconstrucción económica, debió recurrir a especialistas y técnicos con una remuneración privilegiada, con salarios superiores a los de un trabajador “medio”, Lenin percibió que se violentaba la premisa socialista del Estado “tipo comuna”. Es en ese momento que comienza a hablar de “capitalismo de Estado”, consciente de que se estaba estableciendo un principio “no socialista” (aun en empresas socialistas, es decir, expropiadas por los soviets), en el aparato estatal. Pero era una concesión que el aparato estatal debía admitir para salir del atolladero de la depredación productiva y hacia una concentración creciente de medios de producción bajo control del propio gobierno.

Desde 1918, en ocasión de la revisión del programa del partido, Lenin y sus compañeros buscaron precisar el significado y el alcance de este concepto de “capitalismo de Estado” y sus implicancias con el tipo de poder sobre el cual se asentaba el gobierno soviético. En la última intervención de Lenin en un congreso del partido, en 1922, la cuestión vuelve a ser debatida cuando él mismo señala que sobre este punto existe entre sus propios camaradas y en la prensa partidaria una incomprensión muy grande, que deriva del hecho de que se trata de una situación inédita donde el capitalismo de Estado se combina con un gobierno obrero, sobre lo cual no existe ningún precedente en la historia y sobre lo cual es preciso avanzar para resolver los cruciales desafíos de la revolución (ver recuadro).

Las dificultades de la construcción económica en la URSS dominaron la etapa final de la vida de Lenin. “Nuestro aparato estatal -decía entonces Lenin- representa en su mayor parte una supervivencia del antiguo aparato, que en sólo mínimo grado ha sido modificado en forma más o menos seria. Sólo ha sido ligeramente retocado en su aspecto exterior, pero en los demás aspectos conserva todo lo que caracterizaba a nuestro viejo aparato del Estado” 3 . Era algo más que las “deformaciones” a las que había aludido dos años antes.

En otro artículo, publicado semanas después, Lenin insistirá en que “hasta ahora hemos tenido poco tiempo para reflexionar y ocuparnos de la calidad de nuestro aparato del Estado”, al que proponía renovar con “un material humano de características en verdad modernas y que no esté atrasado en relación con los mejores de Europa Occidental”. Agregará, en el mismo texto, que llegó el momento de “ocuparnos como corresponde de nuestro aparato estatal” 4 . Es parte de un trabajo que ha sido muy citado no sólo porque es el último artículo redactado por Lenin. En él vuelve a la carga con los peligros mortales de la burocratización del gobierno, alerta contra la presión mortal del capitalismo, evalúa las posibilidades de que la revolución no pueda mantenerse aislada y, por eso mismo, insiste en la necesidad imperiosa de la reforma cuidadosa del aparato estatal para mantener las conquistas de la Revolución de Octubre hasta que las circunstancias plantearan un nuevo ascenso de la revolución mundial.

Es insoslayable considerar todos estos planteos de Lenin a la hora de ponderar y actualizar la doctrina del marxismo sobre la cuestión del Estado y la Revolución, el título del famoso libro que festeja ahora sus noventa años.

Notas

1. Vladimir Lenin; “La crisis del partido” . Enero de 1921.

2. León Trotsky; En Defensa del Marxismo.

3. Vladimir Lenin; “Propuesta al Congreso del Partido”, 25 de enero de 1923.

4. Vladimir Lenin; “Más vale poco pero bueno”, 2 de marzo 1923.

EQUIPO NOVENTA ANIVERSARIO

Le journal du PO d'Argentine est un hebdomadaire, comme Lutte Ouvrière. Et la semaine précédente, le sommaire des deux articles était le suivant :

1) "El Estado y La Revolución” (II)
(Y LO QUE LENIN NO PUDO ESCRIBIR)

2) “Un Estado burgués sin burguesía"
“LA CONTRADICCIÓN FUNDAMENTAL ENTRE EL PROGRAMA BOLCHEVIQUE Y LA REALIDAD SOVIÉTICA”
Félix Edmundovitch
 
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Message par Félix Edmundovitch » 19 Août 2007, 10:58

Pour continuer ce petit voyage en Argentine, voici aussi l'article présent cette semaine dans l'hebdomadaire de nos cousins du PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas) : :smile:

LA DERROTA DEL GOLPE MILITAR CONTRA LA REVOLUCION

El complot de Kerenski y Kornilov

Por Comisión del IPS

A 90 años, la actualidad de la Revolución Rusa hace de su estudio pormenorizado una tarea imprescindible para todos aquellos que luchamos por derrotar al capitalismo e instaurar una sociedad socialista. En esta sección que se extenderá durante todo 2007, La Verdad Obrera junto con el Instituto del Pensamiento Socialista “Karl Marx”, se proponen acercar a sus lectores la historia y las lecciones de la revolución más grande de todos los tiempos.

La Conferencia de Estado en Moscú había dejado entrever las intenciones de la burguesía respecto a cómo pretendía resolver la situación originada en la revolución de febrero. El momento de apoyar la colaboración entre el soviet y la “democracia” había terminado, era necesario dar un golpe de mano contra la revolución. Como trasfondo había emergido un nuevo ascenso huelguístico entre los obreros y el inicio de la insurrección campesina. El fracaso de la Conferencia de Estado, la impaciencia de la burguesía y el inicio de un nuevo ascenso de masas determinó el cambio brusco de los acontecimientos. El desenlace como veremos fue inesperado.

Los gestos de “unidad” y “fraternidad” del partido de la burguesía liberal con los representantes políticos de los soviets conciliadores, los social-revolucionarios y mencheviques, durante la conferencia de Moscú escondían su verdadero plan. Tras esta fachada la burguesía y los terratenientes preparaban un golpe que liquidaría a los soviets. Ya los bolcheviques habían sido arrestados y perseguidos, ahora el plan era liquidar incluso a aquella parte de los soviets que gustosa le había cedido el poder y seguían propugnando por mantener un gobierno de unidad con la burguesía. El gobierno del “doble poder”, como tantos gobiernos de unidad entre las clases en una revolución, significa para la burguesía la aceptación momentánea de una relación de fuerzas desfavorable. Una vez que ésta se sintiera lo suficientemente fuerte o urgida a cambiar esa relación de fuerzas, estaría preparada para hacerlo. El partido liberal de la burguesía, Kerenski y los Generales, con Kornilov, estaban entretejiendo el complot contra las masas, con el apoyo del imperialismo inglés y francés.

El acuerdo “secreto” entre los dos candidatos a Bonaparte de Rusia, consistía en que Kerenski aceptaba la implementación de una serie de medidas de excepción como la imposición de la ley marcial en Petrogrado y la movilización de tropas cosacas bajo el mando de Kornilov con el objeto de sofocar un supuesto “levantamiento bolchevique”. La fecha fijada para la acción era la semana del 27 de agosto.

El objetivo era dar un golpe de Estado, con la excusa de la sublevación bolchevique, apresar a los integrantes del soviet y consolidar un directorio que incluía a Kornilov pero cuya figura central fuera ejercida por Kerenski. Para llevar a cabo este plan, Kornilov comenzó la movilización de tropas desde el frente con el objetivo de cercar la capital rusa. Nada importaba a la burguesía debilitar el “frente de batalla” contra las tropas alemanas, más aún teniendo en cuenta que las tropas alemanas ya habían avanzado hasta las puertas de la ciudad, ocupando Riga. Como la burguesía francesa que aplastó a los comuneros en París, la burguesía rusa estaba dispuesta a pactar con los alemanes o incluso a entregar Petrogrado a éstos para aplastar a las masas. Además el peligro de ocupación militar de la capital petesburguesa era utilizado para imponer orden entre los soldados, introduciendo medidas de disciplina como la pena de muerte. De las tropas del generalísimo Kornilov que marcharían sobre la capital se destacaban la “División Salvaje”1. También harían su “aporte” con unos 2 mil hombres, muy bien armados, la burguesía y las sociedades Patrióticas de Petrogrado.

El inicio de la ofensiva contrarrevolucionaria

El contacto entre los dos líderes de la sublevación contrarrevolucionaria se había establecido a través de un mediador, un noble aventurero caído en desgracia que había terminado sus días vagando por las calles de París hasta transformarse en adivino: Lvov. En uno de sus encuentros Lvov revela a Kerenski que el General, que se encontraba cercano a la capital, tenía el plan de exigir la renuncia de Kerenski y proclamarse él, jefe de Estado. Asustado Kerenski, haciéndose pasar por Lvov, se comunica telegráficamente con Kornilov y recibe la confirmación del plan por parte de éste. Esa misma noche Kerenski reúne a sus ministros, lee la comunicación telegráfica y exige la renuncia de todo el gabinete para concentrar él los plenos poderes del Estado “para combatir la contrarrevolución”. Dice así Trotsky que “Kerenski encarnaba tan a la perfección la democracia y la burguesía, que ahora aparecía simultáneamente como sumo representante del poder del Estado y como conspirador criminal contra él mismo”2.

El día 27, la contrarrevolución amaneció con la confusión en sus filas. De pronto Kerenski, uno de los conspiradores, había hecho público el plan de la burguesía y el imperialismo. Mientras Kornilov comienza su marcha hacía la capital, Kerenski envía un telegrama donde exige su renuncia por actos de sabotaje contra la autoridad del Estado. Kornilov desencajado acusa a Kerenski de estar actuando bajo órdenes “del bolchevismo y el mando alemán” y proclama que actuará “abiertamente” contra el gobierno provisional, continuando su marcha sobre Petrogrado. Aparte de sus propias tropas, Kornilov había recibido la ayuda de la División Blindada, comandada por oficiales británicos.

Ante esta situación, los partidos conciliadores del soviet se ven impelidos a adoptar medidas de autodefensa contra el General. Convocan a una reunión del soviet y llaman a los bolcheviques, los únicos que podían transformar sus proclamas contra el “enemigo” en fuerza organizada, a formar un Comité para combatir la contrarrevolución. Así “Seis meses de revolución habían inculcado suficiente ánimo a las masas para rechazar toda tentativa contrarrevolucionaria. Los partidos del soviet coalicionista se asustaron hasta lo indecible por las consecuencias que pudiera tener la intriga de Kornilov amenazadora no sólo para los bolcheviques, sino para los grupos que dominaban en el nuevo régimen. Los socialistas revolucionarios y mencheviques creyeron entonces oportuno dar estado de legalidad al bolchevismo, aunque lo hicieron sólo a medias y con muchísimas reservas, para ponerse a cubierto de futuros peligros”3.

Kerenski y la política de frente único de los Bolcheviques

Los bolcheviques, cuyos dirigentes aún se encontraban en la cárcel o escondidos, aceptan integrar la comisión de “autodefensa revolucionaria” junto a sus antiguos detractores, socialistas revolucionarios y mencheviques, con una sola condición: que se entreguen armas a los obreros. 40 mil fusiles fueron distribuidos entre los trabajadores, quienes conformaron destacamentos organizados junto a los soldados, por cada distrito de la capital. Los bolcheviques, quienes habían previsto la posibilidad de que los soviets no se recuperarían de la política reaccionaria de sus jefes en julio, impulsaron nutrir a éstos por la base mediante el ingreso de nuevos contingentes de obreros y soldados. Por un lado propusieron el armamento de las masas, por otro, levantaron una política de defensa de las conquistas de la revolución sin que esto signifique la defensa del gobierno provisional de Kerenski. Esto para Lenin era muy importante porque defender a Kerenski era defender a la burguesía, al imperialismo y a su política de guerra. Así afirmaba: “Ni la caída de Riga, ni la caída de Petrogrado nos hará defensitas (…) Nosotros no debemos apoyar a Kerenski ni siquiera ahora (…) Vamos a combatir las tropas de Kornilov como lo hacen las tropas de Kerenski, pero nosotros no apoyamos a Kerenski sino que desenmascaramos su debilidad, ésa es la diferencia. Es una diferencia muy sutil pero archiesencial y no se la puede olvidar”4. La diferencia, como indicaba Lenin, era definitoria si los bolcheviques deseaban intervenir en la lucha contra la contrarrevolución con una política independiente de la burguesía. Para hacerlo Lenin aconsejaba centrar la agitación en lo que él llamaba una serie de “exigencias parciales” a Kerenski: que arme a los obreros, que arreste a los jefes liberales, que expropie la tierra para repartirla a los campesinos, entre otras. Punto seguido aclaraba que estas exigencias no eran dirigidas “tanto” a Kerenski sino a las masas que se habían movilizado contra la amenaza de Kornilov. “Sugerirle” a las masas movilizadas que avancen lo más posible en su lucha contra la contrarrevolución; sugerirle a “ellas” que arresten a los liberales, que tomen las tierras, que ocupen los palacios, etc. Los marineros que regresaron a Petrogrado para defender el Palacio de Invierno, visitando a sus compañeros en la prisión de Kresty, donde se encontraba Trotsky, preguntaron a éste si no había llegado la hora de derribar al gobierno. Trotsky contesto: “No, no ha llegado aún el momento; apoyad el fusil sobre el hombro de Kerensky y disparad contra Kornilov. Después le ajustaremos las cuentas a Kerensky”5. Así resumía la política de los bolcheviques quienes no abandonaban su lucha contra el gobierno provisional, sino que sólo habían cambiado la forma en que ésta se llevaba adelante. Los bolcheviques logran arrancar toda una serie de concesiones, como el armamento de los obreros, además de organizar velozmente a las masas en las Guardias Rojas y proponen comités de enlace permanente entre los soviets locales y distritales para organizar la autodefensa de la ciudad. Un papel clave es cumplido por los trabajadores ferroviarios, quienes sabotean el traslado de las tropas obstaculizando las vías, desviándolas hacia puntos muertos. Así el avance de las tropas rebeldes fue derrotado sin combate alguno. Incluso agitadores bolcheviques convencieron a los cosacos para que no lucharan, una delegación de musulmanes caucasianos se dirigió a la División Salvaje en su propia lengua. Los oficiales rebeldes fueron arrestados por sus propios hombres. Krymov uno de sus Generales se suicida. La revuelta de Kornilov fracasó estrepitosamente y, contradictoriamente a lo esperado por algunos “campistas” incondicionales, Kerenski no salió fortalecido del entuerto. Al contrario, la combinación de las sospechas evidentes sobre su colaboración con el complot por un lado, y por otro, la política independiente de los bolcheviques que armaron a las masas y pelearon con una política independiente, resultó en que fueron las masas y los bolcheviques quienes salieron claramente fortalecidos. La revolución había pegado un nuevo salto.

Un compromiso con los socialistas reformistas

Inmediatamente después de confirmada la derrota de los kornilovistas, Lenin actúa audazmente proponiendo un “compromiso” a los socialistas revolucionarios y mencheviques. Este compromiso, según Lenin, era posible por la nueva situación surgida de la derrota de la contrarrevolución y de la revitalización de los soviets. Era una propuesta planteada quizás “por algunos días, o tal vez horas”: la posibilidad de que los socialistas revolucionarios y los mencheviques declaren la conformación de un gobierno sovietico. Así, decía Lenin, la consigna de “todo el poder a los soviets”, de esos soviets donde aún sus órganos directivos eran dominados por los conciliadores, podía estar planteada por algunos días nuevamente. La condición para apoyar la conformación de un gobierno soviético era la completa libertad de crítica y agitación de los bolcheviques, quienes apoyarían la instauración de ese estado basado en los soviets pero no conformarían parte de su gobierno. La otra condición era el llamado inmediato a la conformación de la Asamblea Constituyente.

Esta posibilidad estaba inscripta en la política que había declarado la Comuna de París, que ante la traición de la burguesía frente el ejército alemán, se había declarado gobierno autónomo. Lenin no ponía sus esperanzas en la respuesta positiva de los conciliadores sino que opinaba que éstos se dividirían en tres posiciones ante su propuesta. Una primera posición sostenida por aquellos que evaluando que, como la Comuna de París había sido derrotada, era mejor seguir bajo el amparo de la burguesía. Una segunda posición intervendría, ésta respondería que el proletariado ruso había aprendido de la comuna, que los bolcheviques “marcharían sobre Versallies” e incautarían los bancos, y que “incluso bajo aquellas condiciones la comuna podría haber triunfado”. Pero que es difícil que la mayoría de la población, los campesinos, sigan a los “extremistas”. Por lo cuál mucho mejor mantener un gobierno apoyado en la mayoría, junto a la burguesía, que perecer heroicamente como los comuneros. Estarían por último quienes, como la izquierda de los socialistas revolucionarios con representantes como Spiridonova6 o los internacionalistas mencheviques con Martov7, se “indignen” con sus compañeros que terminan justificando el apoyo a los enemigos de la revolución. Aclarando luego que ellos no estaban por establecer una comuna pero que si ésta, a pesar suyo se impone, estarán del lado de los oprimidos y explotados. Así indicaba Lenin “la discordancia en el “bloque” es grande e inevitable. Pues en la democracia pequeñoburguesa está representado un mundo de matices, desde el completo burgués plenamente ministerialista hasta un semimendigo, no del todo apto aún, para adoptar el punto de vista del proletariado. Y cuál va a ser en cada momento dado la realidad de esa discordancia, nadie lo sabe”8.

De lo que se trataba era de saber hasta dónde la discordancia entre los reformistas y la emergencia de las masas armadas en los soviets daba quizás una oportunidad única a la revolución rusa: la posibilidad de que las masas se hicieran del poder sin recurrir a la guerra civil, es decir de manera relativamente pacífica. Lenin, revolucionario astuto, no perdía oportunidad política para avanzar en su objetivo. Los socialistas revolucionarios y mencheviques no estaban dispuestos a afrontar semejante giro, volverían a lo seguro, conformar un nuevo gobierno de coalición. Pero la revolución había salido fortalecida, las masas se encontraban armadas y los soviets se habían radicalizado. Las posiciones “intermedias” estaban destinadas al fracaso.

1 La “División Salvaje” era la fuerza principal de que disponía Kornilov. Se componía de habitantes de las montañas caucásicas, reclutados entre los campesinos de las tribus más atrasadas de la estepa rusa.

2 Trotsky, L. “Historia de la Revolución Rusa”, Tomo II, Ed. Sarpe. Pág. 152.

3 Trotsky, L. “Cómo hicimos la revolución?” Ed. Ceip, Pág. 42.

4 Lenin, V.I., Carta al Comité Central del POSDR, Obras Completas Tomo XXV. Cartago, 1962.

5 Trotsky, L. Historia de la revolución rusa, Tomo II, Ed Sarpe, pág. 163. :smile:

6 Dirigente de los socialistas revolucionarios. Asesinó en 1906 al Jefe de la policía que llevó adelante la represión contra los campesinos en 1905. Fue encarcelada y torturada en las cárceles zaristas. En 1917 integró el ala izquierda de los eseristas.

7 Dirigente menchevique. Antiguo compañero de Lenin en el periódico Iskra hasta 1903. Integró en 1917 el ala izquierda de los mencheviques conocido como grupo internacionalista.

8 Lenin, V. I. “Acerca de los compromisos”, Obras completas, Tomo XXV, ed. Cartago, 1962.

Revolución Rusa - 90 aniversario
Félix Edmundovitch
 
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